El objetivo de la práctica del
acoso escolar es intimidar, apocar, reducir, someter, aplanar, amedrentar y
consumir, emocional e intelectualmente, a la víctima, con vistas a obtener
algún resultado favorable para quienes acosan o satisfacer una necesidad
imperiosa de dominar, someter, agredir, y destruir a los demás que pueden presentar
los acosadores como un patrón predominante de relación
social con los demás.
En ocasiones, el niño que desarrolla conductas de hostigamiento
hacia otros busca, mediante el método de «ensayo-error», obtener el
reconocimiento y la atención de los demás, de los que carece, llegando a
aprender un modelo de relación basado en la exclusión y el menosprecio de
otros.
Con mucha frecuencia el niño o niña que acosa a otro compañero
suele estar rodeado muy rápidamente de una banda o grupo de acosadores que se
suman de manera unánime y gregaria al
comportamiento de hostigamiento contra la víctima. Ello es debido a la falta de
una autoridad exterior (por ejemplo, un profesor, un familiar, etc.) que
imponga límites a este tipo de conductas, proyectando el acosador principal una
imagen de líder sobre el resto de sus iguales seguidores.
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